sábado, 23 de enero de 2016

Las burbujas de Alzhéimer

¿Quién tuviera nombre de pila
y la conciencia muy tranquila?
Me gustaría, como dije, ser emperador
romano de esos que se lavan las manos.

¿Cómo pudiera mirar de frente al espejo?
Y no con la dicha sobre el lavadero,
con el agua fría sobre esta cavidad vacía
y llena de lagunas borrosas y sombrías.

Tal estado en mí parece acto de brujas,
sé que me acosáis en forma de burbujas;
imágenes dentro de ellas, al abismo una me empuja
y yo grito: “¡ojalá tu escoba contra la pared cruja!”

Perdido en la burbuja cayendo a oscuras,
boca arriba veo conocidas caras y figuras
que se desvanecen haciendo estas horas duras.

Crecen las dudas, se expande la profundidad,
voy perdiendo sustancia, voy perdiendo identidad
soy una cárcel condenada a la intangibilidad.

Un resquicio de sentido me deja escuchar
que las novias del diablo han empezado a gritar;
el peso es enorme, no lo puede controlar
y pronto, muy pronto, una de ellas se va a estrellar.

En un instante, contra la baldosa acabó la cosa;
dos figuras más se desvanecen: un beso y una rosa.
mi cara se desfigura con una risa iracunda
celebrando la muerte de aquella nauseabunda.

Mi risa de prisa con aire empezó a inflar…
la estructura, la nada, crecen; la bruja
comienza a gritar, la burbuja va a estallar.

Acontecido lo que iba a pasar…
Sorprendido: “¿qué es este nuevo lugar?
Hola amigo, ¿por mi nombre me podrías llamar?”

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